Ya existen soluciones a la inestabilidad de los precios del combustible y al incremento de las emisiones de gases efecto invernadero. Y una de estas soluciones resuelve más del 70% del uso final de la energía en el sector industrial.
En 2022, el sector industrial, principalmente en Europa y Asia, sustituyó el uso de gas por carbón –un combustible arcaico, muy contaminante y dañino para la salud humana—para facilitar sus necesidades de generación de calor y electricidad. Esta decisión fue, en gran parte, una respuesta a la crisis energética mundial provocada por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Esta acción, por supuesto, tuvo consecuencias y llevó a un incremento notorio en las emisiones provocadas por la quema de este mineral cuya secuela principal es aportar más al cambio climático y a la contaminación.
Sin embargo, aquí un atisbo de esperanza: contrario a lo que se temía, el incremento de emisiones por quema de carbón fue menor a lo estimado. La Agencia Internacional de Energía (IEA) reportó que las energías renovables jugaron un papel importantísimo para suplir las fuentes de energía afectadas por la crisis, ayudando a prevenir la emisión de hasta 550 Mt de CO2 ese año.
El reporte de la IEA destaca la aportación de la energía eólica y la solar fotovoltaica para prevenir las emisiones. Ambas fuentes de energía renovable se usaron principalmente para generar electricidad. Ahora, imaginemos cuál habría sido el resultado si se usara más energía renovable para el 70% del uso final que se da a la energía: la generación de calor.
Mientras que el 26% del uso de energía en el sector industrial a nivel mundial es para generar electricidad, el 74% restante es para procesos que requieren diferentes grados de calor. Hasta ahora, casi la mitad de estas necesidades se satisfacen usando carbón como combustible principal, una tercera parte es gas natural, y el 15% es con petróleo, dejando menos de una décima parte para las energías renovables.
El sector industrial está perdiendo la oportunidad de usar fuentes de energía que se encuentran in situ. Olvidamos mirar sobre nuestras cabezas al continuar apostando por energía obsoleta, dependiente de combustibles fósiles, con un mercado volátil y derivados altamente contaminantes.
Actualmente, la tecnología y las empresas de energía renovable han evolucionado tanto que logran a satisfacer las demandas del sector industrial, que puede tener exigencias en sus procesos que rebasan los 400°C. Este es el otro lado de la energía solar: la energía solar térmica.
En general, la energía solar es limpia, tiene bajo costo y no hay que transportarla, lo que reduce los costos y riesgos en la cadena de suministro. Y, en particular, la energía solar térmica se distingue por su eficiencia: proporcionalmente, requiere menos espacio que los sistemas de generación de electricidad a partir de sistemas fotovoltaicos puesto que tiene una eficiencia hasta tres veces mejor.
Pascual Polo, director general de Asociación de la Industria Solar Térmica de España (ASIT) y Heat Changer, nos explicó que para generar 2 megavatios de energía eléctrica con fotovoltaica se requieren 4 hectáreas, dado que los módulos fotovoltaicos consiguen aprovechar la energía del sol en un 15 a 20%. Mientras que, para generar esos mismos 2 megavatios con solar térmica, se requiere sólo una hectárea ya que esta otra rama de la energía solar logra aprovechar entre un 70 y 80% de la radiación.
Juan también nos lo explica más fácil en un video.
La solar térmica o también llamada calor solar cumple exactamente con la misma función que los combustibles fósiles: satisfacer la demanda de generación de calor. Es decir, para calentar agua u otros fluidos e incluso generar vapor. Para muchos procesos industriales ya tenemos opciones más rendidoras, mejores, sostenibles y eficientes. No usarlas es un costo de oportunidad empresarial.
Utilizar soluciones como la energía solar térmica promueve una inmediata mejoría en la planeación financiera al dejar de depender de un precio volátil de los combustibles definido por situaciones geopolíticas y del mercado financiero. Además, promueve la reducción de costos, al reducir la huella de carbono del proceso y de los productos.
Entonces, ¿qué es lo que ha detenido a las empresas? El paso de reconversión de los procesos es un paso importante en la vida interna de cada empresa, sin embargo, muchas veces es meramente económica.
Daniel García, CEO de Modulor Solar, ha detectado algunas razones por las que muchas industrias evitan esta decisión. La principal es el miedo y la incertidumbre ante las garantías de ahorro y la duración del sistema. Pero, también, cuestionar si es necesario romper con el paradigma en el que se llevan sus finanzas, es decir, estos gastos de combustible que se pagan mes a mes. Y, un tercer problema: la resistencia al cambio y a probar nuevas tecnologías. Ante esto, nos da argumentos contudentes en el podcast que grabamos con él «Querer es poder».
Es que, usar energías renovables aún no es el estándar en ninguna parte del mundo. Hasta hace muy poco, las empresas estaban acostumbradas a no preocuparse por los costos de la energía.
Entonces, si los datos respaldan la importancia de cambiar las fuentes de abastecimiento energético para los procesos que más energía exigen a la industria, ¿qué se necesita para pasar del dicho al hecho?
La garantía de ahorro ya existe para ello, las empresas de energía solar térmica trabajan en otorgar la certeza que sus clientes necesitan. La transición energética es un paso mundial, en cada país las normas son distintas. Daniel García nos recuerda que es importante conocer los diferentes incentivos que conceden los países. Por ejemplo, los costos relacionados con la adquisición de la tecnología se pueden deducir de impuestos en su totalidad por tratarse de energía renovable. Otros países pueden tener incentivos de financiamiento, condonación de otros impuestos y otro tipo de instrumentos que hagan que el cambio sea aún más benéfico. Un cambio que beneficia a las empresas y al planeta.
Autora: Laura Yaniz Estrada, Consultora en Comunicación
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